"¡Por fin una mujer que confiesa! ¿Confiesa el qué? Eso que las mujeres siempre han rechazado ( pero nunca tanto como hoy). Aquello que los hombres les han siempre reprochado: que no dejen de obedecer a su sangre; que en ellas todo sea sexo, incluso sin cesar su espíritu. Que habría que alimentarlas sin cesar, lavarlas y maquillarlas, sin cesar pegarlas. Que necesitan simplemente un buen Amo y un Amo que desconfie de su bondad, porque ellas, para hacerse amar por otros, utilizan todo el ardor, la alegría y el carácter que les infunde nuestra ternura en cuanto ésta se les manifiesta. En suma, que has de llevar el látigo cuando vas a verlas. Son pocos los hombres que no hayan soñado con poseer a una Justine. Pero, que yo sepa, ni una sola mujer había soñado con ser Justine".
La dicha en la esclavitud - Jean Paulhan
lunes, 19 de noviembre de 2007
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4 comentarios:
Me gusta mucho tu blog, hoy tengo poco tiempo para leerte, pero lo que he visto me ha encantado. Volveré con tiempo, por ahora te envío un cariñoso beso.
Muchas gracias por tu amable comentario maria, sé bienvenida :)
Te devuelvo la visita y compartiendo el buen gusto de mi querida maria :) y solo añadire que llevaba un tiempecito leyendote... me alegra que vayas saliendo del bache poco a poco.
Un beso
jade, es lento el regreso a la superficie, pero lo importante es no dejar de nadar...Gracias por tu comentario :)
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